Estamos hartos de que obispos y cardenales usen el púlpito para tachar de “enfermos” a las personas que tienen los mismos derechos que cualquier ciudadano. Hartos de que den bendiciones a los que están siendo torturados, a los que van a la guerra, que les den la comunión a los que defraudan y que metan debajo del palio a dictadores y mafiosos.
Ya está bien de que los inmorales prediquen moral, de que los que no contribuyen prediquen caridad, de que las mentes morbosamente calenturientas prediquen castidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario