martes, 15 de octubre de 2013

QUÉ HACEMOS DESDE EL PRIMER MUNDO PARA AYUDAR AL TERCER MUNDO


Los países europeos a través de las políticas de cooperación y por decisiones presupuestarias asumidas por los gobiernos destinan fondo para inversiones en los países de África, por ejemplo, ayudando  financieramente a esos gobiernos en infraestructuras o en emergencias. Pero está claro que eso solo sirve para seguir enriqueciendo a la élite gobernante y a toda su corte. Pero no repercute en el pueblo porque los ciudadanos de esos países son cada vez más pobre, más marginados y sin ninguna esperanza. Los jóvenes africanos ven una luz de superación del drama que viven ellos y sus familias cruzando el mar Mediterráneo. Tumba de esperanzas truncadas, de sueños golpeados por el peligro, la soledad y el abandono incluso de quienes los pueden auxiliar.
Las personas preferimos vivir en nuestro hábitat, con nuestras familias, en nuestro entorno conocido, en nuestra cultura. Pero para que eso sea posible tenemos que tener paz, libertad, trabajo y el esfuerzo colectivo de convivencia digna. No es justo que en países ricos en recursos naturales y culturales unos pocos se hayan adueñado de todo incluidas la dignidad y las ilusiones del pueblo, y sean los único que puedan vivir. El resto, que suele ser el 90% no tengan ni siquiera garantizados los mínimos de subsistencia.
A quién tenemos que ayudar? Yo creo que a los ciudadanos y ciudadanas a través de instrumentos que les permitan trabajar en su entorno, crecer como colectivo,  humanizar el progreso, apoyar el orgullo de pertenencia a sus territorios y a sus culturas e ilusionar a los jóvenes para que se formen y sigan luchando por sus iguales.

También habrá que renovar las políticas migratorias, seguir concienciando a los habitantes del mundo que solo generalizando el bienestar podremos disfrutarlo de verdad y obligar a los mandatarios y ricos de esos países, que llamamos pobres, a redistribuir la riqueza que por siglos se han apropiado.  

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