miércoles, 18 de noviembre de 2009

VI ENCUENTRO SOBRE MARIA ZAMBRANO EN BUENOS AIRES, ARGENTINA

CONFERENCIA DE SARA SANCHEZ RIVAS SOBRE EL LIBRO “MARÍA ZAMBRANO
LA AVENTURA DE SER MUJER”
Edición de Juan Fernando Ortega



Mi más sinceras felicitaciones a las personas, que desde las dos orillas, han organizado este encuentro que contribuye a poner en valor el pensamiento de nuestra querida María Zambrano.

Para la Fundación María Zambrano de Vélez Málaga siempre ha sido y seguirá siendo una prioridad crear motivación entre las nuevas generaciones de pensadores de todo el mundo para que reflexionen y profundicen en las aportaciones que María Zambrano nos ha dejado.

En España las mujeres progresistas hemos necesitado crear un cuerpo coherente de argumentación que nos diera solidez e identidad propia a los principios ideológicos que estábamos defendiendo. La igualdad, la solidaridad, el impacto de género en todos los ámbitos, incluso en el del pensamiento. En esto la contribución de María ha sido decisiva.

Ella ha desgranado un análisis crítico de cómo la mujer ha formado parte en la sociedad de cada época y nos ha brindado las claves para superar los prejuicios, la marginación, e iniciar caminos a metas realistas, comprometidas e integradoras.

En este camino siempre hemos contado con la aportación de hombres que también han defendido la igualdad. Es el caso de Juan Fernando Ortega, Director de la Fundación María Zambrano y que en este libro reúne y da un hilo conductor a los muchos artículos y conferencias de María para mostrarnos cómo hemos evolucionado las mujeres y qué papel hemos jugado en la convivencia y sobre todo aportarnos la esperanza de que vale la pena luchar por el futuro que nos merecemos. Y nos convence de que la complementariedad y la asimetría en el desarrollo vertical de las personas no supone niveles contrapuestos sino ritmos diferentes.

Juan Fernando empieza su prólogo diciendo: “Es, sin duda, María Zambrano la pensadora más importante de los últimos tiempos en España. Situada en la frontera entre dos épocas tan diferentes en la manera de pensar la mujer, ella no sólo fue pionera en la renovación de una concepción más moderna del género femenino, sino que con su vida dio testimonio de integración plena en la mentalidad de nuestra época. Su pensamiento sobre la mujer nos ilumina y es testimonio de ese cambio radical en la historia de la humanidad”.

Nos enfrentamos con parcialidad, porque somos parte comprometida, a detectar las razones y las pasiones que en cada momento han motivado que las mujeres hayamos estado ocultas, invisibles, marginadas o actuando en público en papeles que no elegimos ni construimos. Pero María Zambrano supera estos umbrales y le pone foco y acción a pensamientos y comportamientos que nos permitirán nuevas experiencias que irán constituyendo principios éticos y acciones políticas que afianzarán y definirán una nueva manera de pensar la mujer.

Estuvo tan por delante de su tiempo que nos aportó los elementos para que en el siglo XXI las mujeres pudiéramos pensar, opinan y actuar sin ningún tipo de tutelaje.

En esta sociedad actual donde el “mercado” es la gran filosofía, aunque se nos esté destruyendo y escurriendo entre los dedos, ya hemos solucionado, aunque por necesidad de ese mercado, las cosas prácticas, tales como la emancipación económica, llegar a las universidades, o circular por el mundo sin permiso, entonces se nos hace inminente construir nuestro propio pensamiento, valores y objetivos de vida. Nuestras ansias de libertad van mucho más lejos y navegan en otras profundidades. Justo en este punto es donde la contribución de María Zambrano es fundamental y donde a los estudiosos de su pensamiento yo les pido que nos aporten, con sencillez, sus análisis, sus ideas y sus experiencias.

Los muchos artículos de “El Liberal” que se han reunido en este libro nos permite disfrutar del verdadero compromiso de Zambrano con las mujeres, de las mujeres como colectivo, de la obligación de participación política, del compromiso histórico de llegar a una libertad democrática al servicio de los valores morales y culturales, a la plena “entrada de la mujer en el imperio de la dignidad” y a la permanente rebeldía contra las injusticias sociales. Escribe María “La energía que no supieron verter en alarido, grito, agitación exaltada, nuestras señoritas del siglo XIX –atentas a pintar mariposas- debemos tenerlas las chicas de este frívolo siglo XX, transformada, invertida, fructificada, en sereno laborar, en lucha decidida y firme, dispuestas de una vez, por libre voluntad, a despedir de nuestro esquema social la triste pesadilla de la esclavitud femenina” (Liberal 9 de agosto de 1928). Sabía que las mujeres estábamos en capacidad de pensar y que no era necesario el enfrentamiento entre géneros, que sólo sumando se conseguiría lo que justamente merecemos cada una y como género.

María Zambrano estudia con atención a la mujer en cada época y la descubre esclava, no racional, adherida a la naturaleza, es la sangre que da cohesión social, es dependiente, obediente, es creada por el hombre, es neutral, es influyente pero invisible, es privada, alma sin sede propia, puro presente y presentimiento, se han mantenido quietas, honestas y puras. Así pasa la mujer por la historia de la humanidad, claros y sombras, exponiendo partes, sin lograr plenitud. María sabe que la realización de la mujer como persona necesita un sustrato fértil donde la diversidad no sea motivo de marginación, y ese sustrato es la persona en democracia. María Zambrano tiene una mirada nueva que nos desvelará el salto cualitativo que da la mujer de su mundo privado y casero a uno público, político y social. Un salto histórico, donde la mujer piensa, opina, se compromete y participa social y políticamente, donde la mujer crea sin comprometer su ser, trasmite valores y es libre.

En El Liberal del 6 de septiembre de 1928 escribió María Zambrano un artículo “Pueblos de Castilla” donde describe la dura vida de las mujeres trabajadoras de principios del siglo XX, la solidaridad entre ellas, la falta de políticas sociales y el futuro negro que para ellas se vislumbraba. Esto que tanto a cambiado en nuestros pequeños mundos, para tristeza y vergüenza de todos y todas sigue siendo actualidad para muchísimas mujeres del gran mundo.

“Pueblo de Castilla; como éste... todos. Época de recolección; las mujeres se inclinan sobre la tierra abrazada desde antes del alba hasta después del oscurecer; acompañan al hombre en el duro trabajo, más duro porque de él queda, para el que lo ejerce, un escaso, mísero rendimiento.

Apergaminadas, curtidas por cien soles, como sarmientos secos, se retuercen sus brazos dando a la máquina, sujetando las yuntas del trillo, limpiando el grano. En la casa, por las calles del pueblo quedan desparramados los más pequeños; descalzos, las morenas carnes entre los jirones de un mugriento delantal, los chiquillos juegan, chillan, se apedrean...

Junto a una pared, aprovechando un rincón de sombra, un niño de pocos meses en la humilde cuna pasa –ausente la madre- todo el día; el cuidado de una vecina le hace seguir a la sombra. La madre siega.

Frente a esto es algo aristocrático la situación de la mujer que puede quedarse en su casa cuidando de ella y de los hijos; es la mujer que tiene ya un orbe propio, unas prerrogativas y una dignidad; una cultura, en suma. El hogar, lo doméstico, es el sino donde lo femenino como tal, como algo específico, trabaja y domina.

Hoy en la capital vuelve a repetirse, un poco suavizada, la tragedia de las casas sin hogar, de los chicos sin madre. Y es que la mujer vuelve al trabajo con el hombre, a la fábrica, al taller, a la oficina. La economía y la dignidad lo hacen preciso, ineludible.

Pero es deber de feminidad, de mujer solamente, hacer que esos niños de la madre que trabaja fuera de casa no queden como el bebé del pueblo, abandonado junto a la pared, en la humilde cuna. Esta feminidad que ha creado hogares los seguirá creando –hogares no asilos- alegres, confortables, despertadores de energía, para estos chicos campesinos y de la ciudad, que hoy muestran al sol, entre jirones, la mugrienta carne.”


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CONFERENCIA DE SARA SANCHEZ RIVAS PARA LA CLAUSURA DEL VI ENCUENTRO SOBRE MARÍA ZAMBRANO. "APORTACIONES DE LA FUNDACIÓN MARÍA ZAMBRANO A LA DIFUSIÓN DEL PENSAMIENTO DE LA FILÓSOFA VELEÑA"

María Zambrano nos legó su pensamiento, fecundo porque además de sus capacidades y talento contó con un entorno favorecedor para el desarrollo personal. Pero esta era su circunstancia no la de la generalidad de esa época. Muy pronto también fue reconocida por sus profesores que escucharon sus opiniones. Resulta realmente difícil encuadrar dentro de su ámbito cultural el pensamiento y la persona de María Zambrano, que están, sin duda, más próximos a nosotros que a sus contemporáneos, esto nos testimonia que nos encontramos ante uno de esos precursores que se adelantan a su tiempo, abriendo nuevos caminos y anunciando un nuevo talante cultural, una nueva filosofía. Y esto unido a una gran personalidad, que se afirma frente a un mundo que le es en gran medida adverso o, al menos, diferente.

Es especialmente llamativa la singularidad de la filósofa veleña: María Zambrano fue una mujer progresista de izquierdas en lo político, pero profundamente religiosa, católica convencida, aunque de alguna manera heterodoxa. La singularidad de su postura estuvo a punto de costarle muy caro. Durante la guerra civil fue considerada como sospechosa tanto en la “zona roja” como en “zona la nacional”.


Superó lo que dominaba en su época. Traspasó los límites que encorsetaban el pensamiento de su tiempo, criticó duramente la filosofía de la modernidad a la que consideraba culpable en lo político del despotismo y de los regímenes dictatoriales, en lo filosófico del escepticismo, y en lo religioso del agnosticismo. Preconizó una filosofía nueva, integradora, superadora de esa filosofía que se caracterizó por el endiosamiento totalizador, por el olvido del hombre, por el aislamiento y el distanciamiento del mundo real.

En este nuevo milenio tengo la impresión de que se hubiera aletargado la actividad filosófica que ha caracterizado la historia del pensamiento de occidente en los últimos siglos. Es preocupante la ausencia de ideas e ideales y de pensamientos que construyan la convivencia pacífica y los principios que hicieron de Europa la madre fecunda del Logos, el paradigma de un ideal de convivencia y la exaltación de lo humano. El siglo XX, que se abrió con los más radicales humanismos, con las mayores expectativas de progreso y bienestar para la humanidad, ha sido, sin duda, el siglo más cruel que recuerda la historia, con enfrentamientos fraticidas, abuso de poder, campos de concentración y masacres colectivas. Se han achatado los ideales hasta reducirse a puro interés pragmático, que no va más allá del confort, el placer, el disfrute del momento. La filosofía del estado del bienestar ha sustituido a la utopía de la sociedad perfecta. La filosofía parece haber perdido la fe en sí misma y se ha diluido en otros saberes, como si hubiera dejado de ser un saber sustantivo para convertirse en un difuminado estilo de moda de los demás conocimientos.

Cada día es más lúcida la conciencia de que la llamada “filosofía de la modernidad”, el racionalismo, es una etapa del pensamiento agotada, una estancia donde el hombre de hoy ya no puede vivir, ya que no se ajusta al mundo de nuestras exigencias y expectativas. Estamos en la aurora de una nueva era, de un nuevo comenzar, de un renacimiento. Pero como todo comienzo en filosofía es un retornar, un proceso acumulativo que, como la vida misma, progresa transformando las etapas anteriores en fermento que posibilita y condiciona los nuevos brotes. Estamos cerrando una etapa brillante y fecunda del pensamiento. Es el momento de una mirada retrospectiva, para analizar dónde perdimos el camino, o qué desviación desde sus comienzos nos ha llevado a ese idealismo insolidario que condujo al endiosamiento de una cultura que parece haber estado necesariamente abocada a las locuras de las dictaduras, los racismos, los nacionalismos excluyentes y antihumanos, y en fin al abandono del hombre. María Zambrano nos dio las claves de ese cambio, se singularizó.

Quiero destacar, de María Zambrano, tres cuestiones que, para mi, la definen y la hacen cercana a la ciudadanía.

En primer lugar, como ella misma dijera en la dedicatoria a su padre de su primer libro “Horizonte del Liberalismo”, se trata, no de intentar cambiar la realidad, sino la manera de mirarla. En la filosofía racionalista se mira al mundo, diríamos, desde la perspectiva de Dios, como un todo, y como la mirada divina, es una mirada creadora. María Zambrano propone por el contrario una filosofía más modesta, un pensamiento a la medida del hombre. No se trata de dominar el mundo, sino de dejarnos dominar por él, aceptarlo tal y como se nos da y se nos muestra, abrir los ojos para dejarse poseer y acariciar por su armonía y por su belleza. No estamos ante una filosofía dominadora, que pretende proyectar las estructuras subjetivas sobre la realidad. Zambrano nos dice que el hombre para conocer el mundo debe partir de una “revelación” natural, de aquella intuición racional que le permite percibir la armonía del universo, captar sus ritmos y observar sus leyes y los principios que rigen el conocimiento.

Una segunda estructura que separa el pensamiento de Zambrano de la filosofía moderna es su concepción dinámica de lo real. Zambrano niega la “creencia racionalista de que el mundo está compuesto de cosas, no de acontecimientos; de sustancias, no de sucesos; de que el mundo es estático, fundamentalmente idéntico a sí mismo”, “porque sabido es que una de las funciones de los conceptos es tranquilizar al hombre que logra poseerlos. En la incertidumbre que es la vida, los conceptos son límites en los que encerramos las cosas, zonas de seguridad en la sorpresa continua de los acontecimientos”. Zambrano compara la realidad con una sinfonía, con una pieza musical, con una armonía. Y en última instancia, mientras que el racionalismo intenta fijar la realidad en esquemas inmutables, Zambrano nos habla más bien del fluir constante de lo real. Los primeros tienen una visión espacial de la realidad, mientras que Zambrano tiene más bien una visión temporal. Ella misma nos dice que “espacio y tiempo son categorías últimas del universo mirado por el hombre”.

Y en tercer lugar la filosofía de María Zambrano es humanista pero este humanismo es personalista y trascendental. Frente a los humanismos de primeros de siglo XX, inspirados en la filosofía racionalista, el de Zambrano se nos muestra como frontalmente antitético. Frente a esta visión idealista, la época actual – afirma Zambrano- está dominada por la idea de persona, como “algo original, nuevo, realidad radical, irreductible a ninguna otra”, y el convencimiento de que ella constituye el sentido de la sociedad y de la historia. “Aunque lenta y trabajosamente – escribe- se ha ido abriendo paso esta revelación de la persona humana, de que constituye no sólo el valor más alto, sino la finalidad de la historia misma. De que el día venturoso en que todos los hombres hayan llegado a vivir plenamente como personas, en una sociedad que sea su receptáculo, su medio adecuado, el hombre habrá encontrado su casa, su “lugar natural” en el universo”. Y es también su humanismo trascendental. Zambrano piensa que cada hombre tiene un nombre único, intransferible, es imagen de una realidad más alta que le dignifica y eleva, lleva en su entraña la dignidad de su origen.

María Zambrano estuvo convencida de que el mundo se estaba abriendo, dando a la luz, una nueva cosmovisión. “Una concepción nueva de la vida se gesta”, escribe. Es una nueva “época que se inicia, que sale a la luz entre tanta contradicción”. “Después del naufragio positivista, después de la disgregación producida por un cientificismo mediocre, volvemos a tener universo, historia verdadera y no narración notarial (.). Creemos de nuevo en la posibilidad de la historia. Sólo falta descubrirla poco a poco, con amorosos ojos, en su pura esencia arquitectónica”. Pero ella estaba contribuyendo firmemente y cargando de razones y argumentos esta nueva visión, por eso decía “en la hora presente urgen obreros del tiempo en sus dos direcciones: hacia el pasado, para que nos lo descubran sin deshacerlo. Y hacia el porvenir, para sacarlo a la luz entre los desmontes del presente: urgen creadores del hombre, urgen arquitectos que estructuren la atomización pasada”.

Por todo ello estoy convencida de que el pensamiento de María Zambrano fue mejor acogido por las nuevas generaciones, por los que la descubristeis en su madurez o por los que la descubrimos cuando ya no estaba entre nosotros. Vosotros filósofos inquietos que no tenéis nostalgia del pasado, que no creéis en la filosofía como dogma contáis con el estímulo, el aliento y el camino que abrió María Zambrano.

Decía que nos legó su pensamiento pero también nos legó su vida y sus circunstancias para que podamos aprender los valores que llenó de contenido y que los vivió personalmente.

Vivió el exilio que es la deshumanización de las personas a las que se les arrebata hasta lo más pequeño que configura su identidad, alejándolas de sus iguales, van errantes y desposeídos de su entorno familiar, natural y conocido, se les lanza a una aventura cruel. No solo son exiliados políticos, son pobre, marginados y no comprenden los motivos por los que se les arrebatan todas las decisiones. Ella auguró en muchas reflexiones lo que en el siglo XX y XXI estamos viendo, los desplazados de América Latina, los refugiados kurdos, los masacrados en Ruanda son también exiliados. Porque lo que subyace es un poder autoritario y devastador que no sabe de razones, ni de pasiones, no sabe de solidaridad ni de igualdad sino de imponer una idea, un comportamiento, un futuro, una forma de pensar, de querer, de ser, de rezar. Donde la pluralidad, la singularidad y la diversidad no existen para esos poderosos.

En su época salieron por la frontera de Francia y hoy salen por otras fronteras pero buscan lo mismo que buscó María, libertad, seguridad y dignidad.

Después de 45 años de exilio vuelve a España el 18 de noviembre de 1984 la acompaña en ese retorno Jesús Moreno Sanz y por deseo expreso suyo únicamente tenía un receptor oficial, el hijo de su amigo Pedro Salinas, Jaime, entonces Director General del Libro. Ella también siente la duda de si será recordada en España.

Tuvo todos los honores. En el 1981 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Humanidades. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Málaga en 1983. Hija Predilecta de Andalucía en el 1985. Se le concedió el Premio Cervantes en 1988.

Trabajadora infatigable tiene en España años muy productivos. Pero en 1991 María Zambrano ingresa en el Hospital donde fallece el 6 de febrero. Al día siguiente, se la trasladó a su pueblo, Vélez-Málaga, donde yace a la sombra de un limonero, en una casita –que ella quiso en vida que se le construyera- en el cementerio local, donde descansará eternamente acompañada por su hermana Araceli.

Su vida fue una permanente lucha pacífica por la igualdad, por la solidaridad, por la integración. Argumentó a favor de que la dignidad humana solo se consigue en libertad y democracia.

Nos enseñó a tener otra mirada. Nunca –nos dice ella misma- el hombre se sintió tan solo, en plena calle, desarraigado y perdido, como hoy. Saber ver es tanto como saber esperar. La nueva mirada estrena una nueva esperanza, y “la esperanza –diría ella misma- es la sustancia de nuestra vida, su último fondo”. Ella se niega a dejarse arrastrar por una razón dominadora que nos ha llevado a las diferentes clases de tiranía que han dominado el s. XX. Le basta mirar y describir lo percibido con la simplicidad del que apenas se atreve a señalar con el índice la luz que apunta en el horizonte y marca el camino de un nuevo amanecer.


Pero los hombre y mujeres veleños, de su tierra natal nos comprometimos a difundir su pensamiento y a asumir la responsabilidad de garantizar el bienestar de María y por ello en sesión ordinaria de la Corporación Municipal de Vélez-Málaga, celebrada el 30 de junio de 1981 se acordó por unanimidad “arbitrar los medios que fuesen necesarios para conseguir que María Zambrano vuelva a España y fije definitivamente su residencia en Vélez-Málaga, si bien es consciente de los inconvenientes que pueden impedir que esta idea se convierta en realidad, como pueden ser los de tipo familiar y los económicos, que quizá se solventarían si el Ayuntamiento de Vélez-Málaga le facilitase una vivienda e, incluso, unos recursos económicos que permitieran a María Zambrano pasar los últimos años de su vida en la ciudad que le vio nacer”. Esta última propuesta daría pie a la creación de la Fundación, única fórmula legal que permitía a esta institución pública ayudar a la filósofa veleña. En aquella misma sesión se aprobó subvencionar la edición de la obra colectiva María Zambrano o la Metafísica Recuperada y solicitar a la Universidad de Málaga su nombramiento como Doctora Honoris Causa.

La Fundación “María Zambrano”, con sede en el Palacio de Beniel de Vélez-Málaga (Málaga), fue creada el 12 de junio de 1987. La elección de los miembros fue decisión personal de María Zambrano. Se pretendió un equilibrio entre intelectuales, literatos y políticos, y entre personalidades malagueñas y del resto de España, para que por una parte la Fundación conectara y se enraizara en su tierra natal y por otra no perdiera el carácter universal del que había gozado desde siempre su producción filosófica. El día 23 de ese mismo mes se celebró la primera reunión de la Fundación en el propio domicilio de María Zambrano en Madrid.

Según el artículo 5º de sus Estatutos, la Fundación “María Zambrano” tiene por objeto esencial la difusión y conservación del pensamiento y de la obra de María Zambrano, para lo que organizará todas aquellas actividades que se consideren interesantes y convenientes para ello.

Sin esta Fundación sería otra, sin duda, la imagen que hoy tendríamos de María Zambrano. Como ella misma reconocía, la ayuda económica y la protección que le brindó la Fundación los últimos años de su vida le posibilitó alargar y difundir su pensamiento. Este período de su vida fue sin duda uno de los más fructíferos.

Desde su institución y en cumplimiento de sus objetivos fundacionales, la Fundación ha venido realizando diversas actividades culturales tales como seminarios, exposiciones, premios de ensayo, becas, ciclos de conferencias, etc. De todas estas actividades destacaré los congresos y encuentros internacionales.

CONGRESOS INTERNACIONALES: Se han celebrado hasta el momento cuatro congresos internacionales en la sede de la Fundación, que en principio se han ido organizando cada cuatro años, aunque el último que debió celebrarse en el año 2002, se aplazó para hacerlo coincidir con el centenario del nacimiento de María Zambrano. Este cuarto congreso tuvo una continuación con el celebrado en Madrid en octubre del mismo año.

El proyecto de tales congresos es reunir a los especialistas en el estudio de la vida y obra de María Zambrano de todos los países en que es estudiada y conocida. Se trata de contrastar estudios, pareceres e interpretaciones del pensamiento zambraniano que es un mensaje de esperanza para el pensamiento occidental,

El Primero de estos congresos tuvo lugar del 23 al 26 de abril de 1990, aún en vida de María Zambrano. En el acto de clausura, la misma María Zambrano dirigió unas palabras a los congresistas a través del teléfono. Comenzaba diciendo: “Ante todo, ya que no puedo estar presente de un modo físico, envío de palabra –que parecerá lejana- mi saludo al Congreso de Filosofía que se celebra en Vélez-Málaga, a todos aquellos que han colaborado y muy especialmente a los miembros de la Fundación que lleva mi nombre, el nombre de una mujer dedicada a la filosofía, mas de una forma que no ha sido plena y así se explica el que dada mi edad y mi persistencia en escribir, existan todavía inéditos en mi obra como si fuera una adolescente que comienza y no una persona madura. Y es que para mi el ejercicio de la escritura no ha sido vivido como una carrera, sino más bien obedece a dos clases de germinación; la que surge de algo que se lleva dentro y la más modesta, la de la necesidad. Me encontraba “entre la necesidad y la esperanza”, como recuerdo que titulé un artículo muy largo que no se pudo publicar en el periódico donde me habían pedido la colaboración”.

En sus palabras hay una mención cariñosa y un saludo para su tierra, a la que en otra oportunidad, en el homenaje que le hiciera el pueblo de Vélez-Málaga en el palacio de Beniel en 1988 les decía: “Todavía no he vuelto a Vélez-Málaga y ya he tenido alguna ocasión. ¿Me he resistido? No. Había circunstancias físicas y la había también -¿por qué no reconocerlo?- dentro de mi corazón, ese temor sacro que separa al que ama, al amante, del amado. En este caso Vélez-Málaga, pueblo mío, tú has sido el amor a través de tanta frontera, de tanto episodio, de tanto penar, yo diría. En este momento se me ha revelado y ha sido una peregrinación, de esas peregrinaciones que se imponen al que de veras ama, para encontrarse al fin con lo amado. Aquí estoy, aunque todavía lejos, pero estoy contigo, estoy en ti, estoy en cada uno de vuestros corazones, que por amor estáis ahí. Ni siquiera ahora puedo estar físicamente con vosotros, que habéis tenido la generosidad de –imagino (que) no sin esfuerzo- arreglar, construir este homenaje para mí, a ofrecerme un palacio restaurado, a ofrecerme a que vayan a él a hablar de mi pensamiento; y yo no puedo hablar de mi pensamiento sin sonreír un poquito. ¡Cómo voy a tomar en serio mi pensamiento! Pero ahora tengo una razón poderosa, aunque no sea la primera vez que alguien, a quien yo quiero y estimo, reconozca mi pensamiento…”

El Segundo Congreso Internacional tuvo lugar también en el Palacio de Beniel de Vélez-Málaga, del 1 al 4 de noviembre de 1994.

El Tercer Congreso Internacional tuvo lugar como los anteriores en la sede de la Fundación del 2 al 5 de noviembre de 1998. El tema general fue “María Zambrano y la Edad de Plata de la cultura española”. Se hizo cargo del cartel anunciador el pintor veleño Francisco Hernández.

Con motivo del centenario del nacimiento de María Zambrano se han celebrado más de 40 congresos en todo el mundo desde los Estados Unidos a Rumania pasando por Francia, Alemania, Portugal, México, Cuba y especialmente en Italia y España. En Roma tenemos constancia de cuatro congresos.

El Cuarto Congreso Internacional del Centenario se dividió en dos partes: la primera titulada “Crisis y metamorfosis de la razón en María Zambrano” celebrado en Vélez-Málaga del 19 al 23 de abril del 2004. La segunda parte del Congreso Internacional del Centenario se tituló “Crisis cultural y compromiso civil en María Zambrano” celebrado en Madrid del 19 al 22 de octubre.


ENCUENTROS INTERNACIONALES

Estos encuentros tienen su sentido en el proyecto de la Fundación de entrar en contacto con todos aquellos centros y ciudades donde María Zambrano ejerció su magisterio y donde aún permanece vivo su recuerdo, con el fin de recuperar la memoria histórica de la filósofa veleña.

El Primer Encuentro Internacional tuvo lugar en la Ciudad de La Habana del 11 al 15 de noviembre de 1996. Tuvo el título general "La isla de la luz y María Zambrano", aludiendo con ello a la denominación que María Zambrano solía dar a Cuba. Se realizó en colaboración con el Centro Cultural de España en La Habana, dependiente de la Embajada de España, y en estrecha relación con el Centro de Estudios Martianos.

El Segundo Encuentro Internacional, tuvo lugar en Morelia (México) del 24 al 27 de febrero de 1996. La vinculación de María Zambrano con Morelia fue uno de los hechos más decisivos en la vida de la filósofa veleña. Exiliada de España, de la que sale el 28 de enero de 1939 es acogida en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo de Morelia, donde es nombrada profesora.

Este congreso tuvo como lema "Luz y tiempo", que son según Zambrano "los dos elementos esenciales en apariencia irreductibles, en este universo que nos alberga”.

El Tercer Encuentro Internacional tuvo lugar en la Academia de España en Roma, del 20 al 22 de septiembre del año 2000 y contamos con la colaboración del Instituto Cervantes en aquella ciudad.

El Cuarto Encuentro Internacional se celebró en Santiago de Chile del 14 al 16 de octubre del presente año 2002. El título general del encuentro fue "Dolor humano y razón activa". Se realizó este Encuentro en colaboración con la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile.

El Quinto Encuentro Internacional tuvo lugar en San Juan de Puerto Rico del 8 al 10 de noviembre de 2005, en coordinación con la Universidad Nacional de Río Piedras.

Y el Sexto Encuentro Internacional, que hoy clausuramos en Bs.As., y que la Fundación María Zambrano en coordinación con la Universidad J.F Kennedy, Malba Literatura y el Centro de Estudios Ariadna y bajo el tema “Filosofía, religión y mística en María Zambrano” hemos desarrollado con éxito y cumpliendo objetivos propuestos.

CUSTODIA DEL LEGADO DOCUMENTAL, BIBLIOGRÁFICO Y PICTÓRICO

A finales de 1991, tras el fallecimiento de María Zambrano y por voluntad testamentaria de la misma, todo su legado documental y bibliográfico pasa a conformar el Archivo y la Biblioteca de la Fundación. Estos fondos desde la primavera de 1992 están abiertos a la consulta de los investigadores y estudiosos de la obra zambraniana. Los fondos bibliográficos del Archivo de la Fundación proceden en gran parte de la biblioteca personal de María Zambrano, material muy valioso porque contiene subrayados y anotaciones de la propia Zambrano.

De igual forma la Fundación conserva el legado pictórico y artístico de la filósofa veleña.

Desde 1991 la Fundación gestiona la propiedad intelectual de la autora, promoviendo la edición de obras inéditas, la reedición de los títulos agotados, la traducción a otros idiomas como inglés, francés, italiano, portugués, alemán, checo y rumano. Y hoy nos hemos empeñado en la edición de las Obras completas de María Zambrano que pondrá en valor su pensamiento pero también el inmenso esfuerzo y trabajo que siempre marcó su vida.

Pero quiero destacar una labor constante y silenciosa de la Fundación para que el pueblo en general conozca y valore a María Zambrano. Labor con los niños, con los jóvenes, con los vecinos de todos los rincones para nombrarla en calles, Institutos, plazas, libros en bibliotecas y Colegios, películas que ha hecho posible que hoy todos sepan que María Zambrano es una filósofa vecina de nuestra ciudad. La pensadora más importante del siglo XX. María Zambrano es un referente pero también una seña de identidad para Vélez Málaga.

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